Cuando la vi aquella noche
de soñolientos luceros,
sus ojos como capullos
a mis ojos conocieron.
Le di un beso apasionado
a sus bellos labios rojos,
y ella ruborizada
bajó al instante los ojos.
Su cabello largo y negro
como los dias y las horas,
y la noche silenciosa
abrazada del río llora.
Le dije :¡tú eres mia !
y me abrazó temblorosa
como quien pierde la aurora.
La luna casi apagada
dándole paso a la aurora,
alumbraba el bello rostro
de la mujer que lloraba...
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